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César Girón da una vuelta al ruedo en la corrida de la Virgen de los Reyes

altCORRIDA DE LA VIRGEN DE LOS REYES. Martes 15 de agosto de 2007.  

El diestro sevillano César Girón hizo lo más destacado en la tradicional corrida del día de la Virgen de los Reyes, en la que dio una vuelta al ruedo tras una meritoria actuación. Sus compañeros de cartel, José María Bejarano y Antonio José Blanco, no alcanzaron triunfo limitados por el escaso juego que dio la corrida del Conde de la Maza.

 

CRÓNICA:

Con el recuerdo para el maestro Tejera se inició la corrida de la Virgen de los Reyes. El primero de la tarde estuvo muy justo de fuerzas desde que saltó al ruedo y José María Bejarano es estrelló contra un astado sin clase, muy  reservón, al que le costaba un mundo desplazarse.

Se lidiaron toros del Conde de la Maza, bien presentados, serios de pitones y de escaso juego en general, salvo el manejable segundo.

José María Bejarano, silencio tras dos avisos y silencio.

César Girón, ovación tras aviso y vuelta tras petición.

Antonio José Blanco, ovación y palmas.

Algo más de un cuarto de entrada en tarde agradable. Comenzó el paseíllo con el pasodoble Giralda en honor al recientemente fallecido el maestro Tejera y se guardó un minuto de silencio por su fallecimiento.  

El cuarto fue un manso rajado que buscó tablas, una papeleta complicada para un torero que torea poco. No pudo brillar en esta faena y su labor fue silenciada.

César Girón tuvo dejó una buena tarjeta de presentación con el capote, con verónicas  que gustaron mucho al respetable en el segundo de la tarde. Brindó a su padre, el rejoneador Antonio Ignacio Vargas. La faena de Girón tuvo muletazos aislados de buen trazo, sobre todo por el pitón izquierdo. Labor correcta que refrendó con una buena estocada.

Oficio, ganas, y valor fueron los puntales de Girón en el quinto, otro toro sin clase con el que se pegó un gran arrimón metido entre los pitones con firmeza, para estar muy por encima del astado.

El sanluqueño Antonio José Blanco demostró sus ganas de agradar con el brindis al respetable en el tercero, un astado sin clase que embestía a su aire. En la faena aguantó las oleadas del condeso por ambos pitones, aunque lo mejor de su labor vino al final, con una estocada arriba de rápido efecto. Para terminar la tarde ganadera, el sexto  buscaba al diestro gaditano en cada encuentro con malas intenciones. Blanco no pudo hacer nada, salvo salir ileso.

 

 

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