14º FESTEJO DE ABONO. Miércoles 29 de abril de 2009.
El joven diestro Daniel Luque ha sido el triunfador de la tarde en la Maestranza al cortar una oreja al sexto toro después de una faena firme y valiente, ejecutada en terrenos de cercanía. El resto de la corrida estuvo marcada por la escasa colaboración de los toros del Puerto de San Lorenzo, que no permitieron puntuar ni a El Cid ni a Castella.
CRÓNICA:
Daniel Luque fue el triunfador de la tarde al mostrarse muy valiente y firme con el sexto toro, al que sacó todo el partido posible en una faena realizada en un terreno de cercanía que llegó mucho a los tendidos. La oreja lograda por el torero de Gerena fue el premio a su entrega y disposición en medio de una tarde marcada por el escaso juego de los toros.
Se lidiaron cinco toros del Puerto de San Lorenzo -el segundo como sobrero- y un sobrero de Gavira -quinto-, de escaso juego en conjunto por mansos.
El Cid, silencio y silencio.
Sebastián Castella, saludos tras aviso y silencio.
Daniel Luque, silencio tras aviso y oreja tras aviso.
La plaza se llenó en tarde soleada.
El propio Daniel Luque se las vio en primer lugar con un toro manso que se desentendía de la muleta y buscaba constantemente la zona de chiqueros. Luque lo intentó, pero el toro terminó por no pasar y tuvo que matar, lo que por cierto hizo con dificultad, sobre todo en el manejo del descabello. Su labor fue silenciada.
En el sexto salió dispuesto a que la tarde no se le fuera, de ahí que manifestara un alto nivel de entrega ante otro toro que no quería embestir, pero al que le obligó a hacerlo. Ante la falta de recorrido de su oponente, Luque acortó las distancias y planteó un meritorio arrimón, un toma y daca con el de El Puerto que fue seguido con mucho interés por el aficionado. Fue una labor de gran mérito que al ser rematada de un estocada en la que el torero se entregó, fue premiada con una oreja pedida de forma unánime.
El lote de El Cid tampoco dio opciones. El astado que abrió plaza salió manseando descaradamente y mantuvo esa condición hasta el final de su lidia. El Cid lo toreó bien con el capote, intentando recoger su suelta embestida. Con la muleta, El Cid se dobló bien, llevándolo largo en el inicio de la faena. Pero luego encontró una embestida brusca que deslució la primera serie. En la segunda tanda de muletazos ya se rajó por completo y se fue a buscar el amparo de las tablas. El Cid lo intentó en ese terreno sin éxito. Un toro manso lo impedía.
El segundo de su lote le permitió dar algunos lances estimables en el recibo de capa, pero el toro se comportó sin ímpetus, sin brío y muy soso en la muleta. El Cid le dejó el engaño en la cara y le obligó a embestir en un par de series por el lado derecho de gran mérito. Por el lado izquierdo el toro era aún peor, de modo que ante la imposibilidad de sacar nada positivo, El Cid se fue a por la espada. Mató de dos pinchazos y estocada y su labor fue silenciada.
Sebastián Castella tuvo que matar dos sobreros al ser devueltos sus toros titulares. El primero de ellos -del hierro anunciado- buscó descaradamente chiqueros y en una zona cercana a tablas le plantó cara el diestro francés, consiguiendo series de gran mérito por el lado derecho a un animal manso que iba cuando le obligaban a hacerlo. Castella logró incluso que la música sonara en una faena de mérito que habría conducido al triunfo de no fallar el torero con la espada. Fue ovacionado tras escuchar un aviso.
El quinto fue un sobrero de Gavira tan manso como los titulares. Cuando Castella le plantó cara con la muleta, el toro salió corriendo hacia chiqueros. Cuando intentó romperle la querencia, el animal se volvió complicado, pese a lo cual Castella no tiró la toalla. Sin embargo pronto se vio que su interés chocaba con un toro inepto y la gente le pidió que concluyera.
Deje un comentario
You must be logged in to post a comment.