alt10º FESTEJO DE ABONO. Martes 25 de abril de 2006. 

La faena que Enrique Ponce le hizo al cuarto de la tarde fue lo mejor de la 10ª corrida del abono secillano. El torero valenciano cortó la única oreja de un festejo en el que también resultó interesante la primera faena de El Cid y el tercio de banderillas que protagonizó Rivera Ordóñez en el quinto toro, que por primera vez en su carrera se decidió a participar en este tercio en la Maestranza.

 

CRÓNICA:

Enrique Ponce fue recibido con una ovación por parte del público de Sevilla en reconocimiento a su actuación del pasado viernes. El diestro correspondió al gesto de la plaza saludando desde el tercio antes de comenzar la corrida. Después intentó por todos los medios volver a agradar a la afición y lo consiguió sobre todo en el segundo de su lote.

Se lidiaron seis toros de Juan Pedro Domecq -el quinto sobrero del mismo hierro-, bien presentados y de juego desigual. El más destacado fue el cuarto.

Enrique Ponce, silencio y oreja.

Rivera Ordóñez, silencio y silencio.

Manuel Jesús ‘El Cid’, ovación y silencio tras aviso.

Lleno de ‘no hay billetes’ en tarde calurosa.

Alcalareño saludó en banderillas tras parear al tercero.

El toro que abrió plaza estuvo justo de fuerza y no fue material demasiado apto para el lucimiento, de modo que Ponce no pudo llegar a los tendidos ni corresponder al cariño que le había manifestado la Maestranza. Sin embargo en el cuarto, que brindó al respetable, supo administrar bien la noble embestida del toro de Juan Pedro Domecq y construir una faena de triunfo. Primero toreó por el lado derecho dejando la muleta puesta para ligar los pases y luego intercaló muletazos variados como un tres en uno y bonitos cambios de mano y pases de pecho que crearon un conjunto de mérito. Después de matar de estocada le fue concedida la única oreja de la tarde.

Rivera Ordóñez insistió en sacar partido del primero de su lote, un animal de embestida sosa al que trató con temple en el comienzo de faena pero que no le ayudó a conectar con los tendidos. Su labor fue silenciada después de pinchar el torero hasta cinco veces. 

El quinto fue devuelto y en su lugar salió un sobrero de Juan Pedro al que Rivera banderilleó. Era la primera vez que el torero practicaba esta suerte en la Maestranza y sorprendió gratamente con tres pares distintos: uno al cuarteo, otro muy ajustado precedido por un recorte en la misma cara del toro y un tercero al violín. El buen clima que creó se vino abajo en la faena de muleta porque el toro no tenía fuerza para seguir el engaño y Rivera volvió a pinchar.

El Cid recibió bien de capa al tercerote. El toro tuvo más movilidad que los anteriores y el diestro de Salteras lo aprovechó en las primeras series ligando los muletazos y levantando el tono de la tarde. Pero el toro no aguantó hasta el final y la faena no pudo seguir creciendo cuando el torero se echó la muleta a la izquierda. Una estocada precedió a una ovación por parte del público.

En el sexto, El Cid tuvo como inconveniente la descompuesta embestida del toro al principio de la faena y su negativa a embestir después, de modo que no fue toro apto para el triunfo y el de Salteras se fue de vacío.

 

 

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