alt11º FESTEJO DE ABONO. Domingo 22 de abril de 2007. 

Luis Vilches fue el único que saludó desde el tercio para corresponder a las ovaciones que le dedicó el público de Sevilla. El torero de Utrera fue el más destacado en una tarde en la que no hubo grandes emociones. La labor de los diestros salmantinos Eduardo Gallo y El Capea fue silenciada.

 

CRÓNICA:

Luis Vilches tuvo un primer toro que salía siempre suelto de las suertes, pero esta condición no desanimó al torero de Utrera, que intentó por todos los medios construir faena con un animal que no se prestaba. Al salir huidizo, el toro no permitía la ligazón de los muletazos, de modo que Vilches buscó la forma de robarle algunos muletazos sueltos. Su disposición gustó al público, que lo sacó a saludar.

Se lidiaron toros de El Puerto y Ventana de San Lorenzo -el quinto sobrero-, bien presentados y desiguales. Destacaron segundo y cuarto, pese a tener éste poca fuerza.

Luis Vilches, saludos y saludos tras aviso.

Eduardo Gallo, silencio y silencio.

El Capea, silencio y silencio.

La palza registró tres cuartos de entrada.

El cuarto de la tarde fue protestado por su escasa fuerza, condición que marcó del desarrollo de la faena, aunque el animal metía la cara muy bien sobre todo por el lado derecho. Vilches corrió la mano bien por ese pitón y consiguió momentos destacables que no pudieron tener tampoco demasiada ligazón. En este toro Vilches pinchó, escuchó un aviso pero pese a ello el público le ovacionó.

El primer toro de Eduardo Gallo peleó con fuerza en la primera vara y cumplió en la segunda, repitiendo bien en la muleta en las primeras series. Gallo ligó dos tandas entonadas por el lado derecho y a partir de la tercera bajó la intensidad de la faena, sin que se volviera a recuperar. Mató de estocada baja y su labor fue silenciada.

Al sobrero que salió en quinto lugar le costaba mover sus 610 kilos, lo que condicionó la labor del joven diestro salmantino. Gallo lo intentó pero no logró calentar al tendido. Destacó en un circular de espaldas ligado con un pase de pecho. Su labor tampoco tuvo eco en el público, que guardó silencio al final.

El Capea comenzó con doblones su faena al tercero, destacando un buen cambio de mano en este inicio. El toro de El Puerto se dejaba hacer, pero sin transmitir nada, lo que condicionó la labor del torero e impidió que éste conectara con el público. Un tanto de lo mismo sucedió en el sexto, otro animal soso y no sobrado de fuerza que se rajó en la segunda serie al natural y con el que de poco sirvió el esfuerzo que hizo el torero.

 

 

Deje un comentario