alt16º FESTEJO DE ABONO. Viernes 27 de abril de 2007. 

No hubo trofeos en la corrida del viernes de farolillos. Los diestros Matías Tejela y Miguel Ángel Perera fueron ovacionados y saludaron desde el tercio en los toros tercero y quinto, pero ninguno de los toreros pudieron alcanzar el triunfo que se esperaba de un cartel como éste. Los toros de El Ventorrillo fueorn en su mayoría deslucidos y no permitieron realizar grandes faenas a los diestros.

 

CRÓNICA:

No hubo triunfos en la corrida número 16 del abono sevillano. El que más se acercó a él fue el diestro madrileño Matías Tejela, a quien correspondió el toro más manejable de la deslucida corrida de El Ventorillo. Tejela consiguió con ese quinto toro buenas tandas al natural al final de su faena, logrando que la faena remontara vuelo en esa fase final. Quizás su precipitación a la hora de entrar a matar le impidió lograr la estocada al primer intento, lo que habría facilitado la petición de algún trofeo por parte del público.

Se lidiaron toros de El Ventorrillo, muy bien presentados pero que dieron escaso juego. El mejor para el torero fue el quinto.

César Jiménez, silencio y silencio.

Matías Tejela, silencio y saludos.

Miguel Ángel Perera, saludos y silencio.

La plaza registró lleno de ‘no hay billetes’ en tarde agradable.

En el primero de su lote, Tejela no tuvo facilidades en un toro que gazapeaba y se reservaba mucho en sus embestidas. Intentó obligarle por el lado derecho y también lo intentó al natural, pero el toro siempre estuvo a la defensiva y no se entregó, poniendo en algún apuro al torero.

Miguel Ángel Perera también fue ovacionado en el tercero de la tarde. Premió el público de Sevilla de esta forma el aguante y la disposición del diestro extremeño ante un toro que perdió gas y se vino a menos. Al menos esta labor transmitió alguna emoción al tendido por la entrega sincera del torero.

En el sexto, Perera se encontró ante un manso huidizo que busco siempre la puerta de chiqueros. Vano fue el intento del torero de apartarle de esa querencia, de modo que allí plantó cara a un toro que embestía a oleadas, sin fijeza alguna. En uno de esos arreones arrolló al torero, propinándole una fuerte voltereta, por fortuna sin consecuencias.

Abrió cartel el también madrileño César Jiménez, que consiguió ligar series en el primero de su lote, un toro que repetía pero que no acababa de completar las embestidas. Esto limitó la labor de Jiménez, que no pudo completar faena en éste.

El cuarto fue un toro difícil porque miraba al torero, circunstancia que descolocó a César Jiménez, que no se sintió cómodo ante este oponente. Prolongó la faena para intentar hacer algo brillante pero el toro empeoró su condición y fue imposible.

 

 

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