alt23º FESTEJO DE ABONO. Domingo 11 de junio de 2006. 

El novillero Pérez Mota hizo lo más destacado en la sexta novillada del abono sevillano y dio la única vuelta al ruedo de la tarde. Pérez Mota estuvo por encima de sus dos novillos y en el primero de su lote incluso se le pidió la oreja, que no fue concedida. Reseñar también que el novillero jiennense Alberto Lamelas causó buena impresión, pero alargó tanto la faena al sexto de la tarde que llegó a escuchar los tres avisos presidenciales. Currito no pudo brillar en su lote y se fue de vacío.

 

CRÓNICA:

El cordobés Currito no tuvo muchas opciones en su lote. Su primero fue un novillo que no humillaba y que desarrolló complicaciones en su embestida, por lo que los intentos de Currito no dieron fruto aunque sí demostraron su voluntad. El cuarto novillo puso en apuros al novillero ya en el recibo de capa. Como esta dificultad se prolongó a la muleta, Currito abrevió con él y se limitó a machetearlo y prepararlo para la muerte.

Se lidiaron novillos de Hato Blanco, bien presentados y desiguales en su comportamiento.

Currito, saludos y silencio tras aviso.

Pérez Mota, vuelta tras petición y saludos.

Alberto Lamelas, saludos tras petición y silencio tras tres avisos.

La plaza registró media entrada en tarde de calor.

El primero de Manuel Jesús Pérez Mota fue el novillo más manejable de la tarde y el gaditano le hizo una faena en la que dejó ver sus buenas formas. Al final del trasteo, cuando daba unos doblones resultó prendido y volteado aunque sin consecuencias. Reaccionó bien y mató de buena estocada a su oponente, por lo que se le pidió la oreja, trofeo que no fue concedido. El quinto embistió más descompuesto y con más problemas, pero Pérez Mota se mostró capaz y por encima de su oponente, cerrando con buen tono su actuación.

Alberto Lamelas se fue a portagayola en sus dos novillos y también en ambos colocó banderillas, con mejor fortuna en su primero que en el sexto. El novillero jiennense tuvo un primer novillo con mucha movilidad y temperamento con el que hizo un esfuerzo y logró agradar al público hasta que el astado se rajó. El sexto fue manso pero tuvo un fondo de nobleza que Lamelas aprovechó para dar muletazos templados. Se demoró mucho en la faena y a la hora de matar, por lo que sonaron tres avisos, el último de ellos justo en el momento en que caía el novillo.

 

 

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