FESTEJO FUERA DE ABONO. Viernes 12 de octubre de 2007.
Salvador Cortés consiguió abrir la Puerta del Príncipe en su ‘encerrona’ con seis toros en la Real Maestranza de Sevilla. El diestro de Mairena del Aljarafe cortó cuatro orejas y protagonizó los mejores momentos de la tarde en el quinto toro, un buen ejemplar de Gerardo Ortega al que cortó dos orejas. También tocó pelo en el segundo y en el sexto, lo que le valió para salir a hombros por la puerta soñada.
CRÓNICA:
El matador de toros sevillano Salvador Cortés saldó con éxito el reto de matar seis toros en solitario en la Real Maestranza de Sevilla y logró abrir la Puerta del Príncipe después de desorejar al quinto y cortar una oreja de segundo y sexto.
Se lidiaron cuatro toros de Gerardo Ortega y dos de Parladé -segundo y cuarto-, desiguales de comportamiento, sobresaliendo el segundo de Parladé y el quinto, de Gerardo Ortega.
Salvador Cortés, ovación tras leve petición, oreja, saludos, ovación, dos orejas y oreja.
La plaza registró un tercio de entrada en tarde soleada.
Salvador Cortés ya estuvo firme con el toro que abrió plaza. El astado de Gerardo Ortega no fue fácil: miraba y tieraba derrotes al engaño, por lo que el torero no pudo brillar en su cometido, sino quedar por encima de su oponente en una labor que tuvo mérito y que se entonó especialmente cuando el torero sacaba el engaño por debajo de la pala del pitón, sin dejar que el toro le tropezara. Mató de estocada desprendida y, aunque hubo alguna petición, todo quedó en ovación.
Al segundo de la tarde, del hierro de Parladé, ya le cortó una oreja. Fue el premio a una labor templada y acoplada del torero de Mairena. Cortés estuvo entonado con el capote y acertó a dar distancia al toro en la faena de muleta, para ligar con temple los muletazos una vez que se producía el embroque. Fue una faena medida que gustó al respetable, que pidió con fuerza la oreja después de un pinchazo y una buena estocada.
Al tercero lo recibió con lances a pies juntos y el de Gerardo Ortega dejó ver pronto su buen son y su clase. Esta circunstancia fue aprovechada por el torero para brillar en las primeras series de muletazos. Sin embargo, por el pitón izquierdo bajó la intensidad, el toro se fue quedando y la faena se vino a menos, reduciéndose el premio a una ovación que el torero recogió desde el tercio.
El cuarto fue del hierro de Parladé, un animal sin clase y deslucido que no se empleaba en ningún momento. Cortés hizo el esfuerzo y buscó el lucimiento sin hallarlo en una faena larga que no aportó demasiado al desarrollo de la tarde. Lo mató mal, de una estocada casi en el costillar, y pese a ello salió a saludar.
En el quinto el torero denotó su predisposición de cambiar el rumbo de la tarde. El gesto de irse a portagayola fue valorado por el público, que jaleó un emocionante recibo de capa a pies juntos. Siguió un galleo por chicuelinas para llevar el toro al caballo y hasta se atrevió a colocar banderillas, demostrando que no se da mala traza. El toro de Gerardo Ortega apuntó muy buenas cosas en los primeros tercios y las confirmó en la muleta, prociciando la mejor faena de la tarde. Comenzó con pases cambiados por la espalda citando desde los medios, y continuó con buenas series sobre todo por el pitón derecho. Valieron cuatro tandas para crear un clima de triunfo grande, sobresaliendo la cuarta serie por el lado derecho, en la que el toreo surgió lento y majestuosos. Una estocada fulminante puso las dos orejas en las manos de Cortés.
En tardes de un solo torero se necesitan cuatro orejas para abrir la Puerta del Príncipe, por lo que a Cortés le faltaba una. Este premio llegaría en el sexto, un toro de la ganadería titular al que apenas se picó, quedando crudo para la muleta. Vaya por delante que Cortés volvió a jugársela a portagayola y que estaba tan cargado de moral que no le pesó la viveza del toro. Se mostró poderoso en una faena que cerró con bernardinas y otra contundente estocada. La cuarta oreja era la llave de la Puerta del Príncipe.