15º FESTEJO DE ABONO. Jueves 26 de abril de 2007.
El diestro Sebastián Castella ha cortado una oreja en el quinto toro de la corrida de Juan Pedro Domecq después de una faena que ha concluido con un emocionante parón en el que se ha dejado llegar muy cerca los pitones del toro. Castella ha sido el único en tocar pelo, aunque también es digna de destacar la faena de Manzanares al sexto, que de no pinchar podría haber apuntado al triunfo. Por lo demás, Finito dejó muletazos de calidad en sus dos toros sin poder redondear faena en ninguno de ellos.
CRÓNICA:
Finito de Córdoba se entonó con el capote en su primero y cerró el recibo con dos buenas medias. También con la muleta aprovechó las largas embestidas del primer ‘juampedro’ en las primeras series diestas e improvisó un bonito toreo a dos manos cuando el toro se iba desinflando. La faena también contó con adornos finales de calidad. Mató de dos pinchazos y estocada y saludó desde el tercio.
Se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq, desiguales en su comportamiento. La corrida fue noble pero le faltó transmisión.
Finito de Córdoba, saludos y silencio.
Sebastián Castella, silencio y oreja con petición de la segunda.
José María Manzanares, palmas y saludos desde el tercio.
La plaza registró lleno de ‘no hay billetes’.
En el segundo de su lote Finito brindó al público y logró series al natural en las que llevó largo al toro. También este ejemplar de Juan Pedro se vino abajo y por esta circunstancia el torero cordobés no pudo redondear faena. Su labor fue silenciada después de una estocada.
Sebastián Castella notó que su toreo tenía poco eco en el tendido en el primero de su lote. El poco gas del toro pudo influir en la poca transmisión de un trasteo que resultó tan correcto como poco comunicativo.
Se desquitó el torero francés en el quinto, toro con más envergadura al que toreó con muy buen aire con el capote. Brindó al público y saludó en el inicio de faena con su característico pase cambiado por la espalda. En las primeras series aguantó las miradas del de Juan Pedro y cuando el toro empezó a quedarse se metió en su terreno. El parón tuvo mucha verdad y caló -esta vez sí- en el tendido. Tanto que la gente pidió para él las dos orejas, premio reducido a un solo apéndice por el palco presidencial.
Manzanares tampoco lo tuvo fácil para conectar con el público en el primero de su lote. El torero demostró siempre firmeza ante un toro que no trasmitía nada, de modo que la labor no trascendió pese a los intentos del torero.
En el sexto, Manzanares no se dio por vencido. El toro se frenó en el capote, pero en la muleta embistió con más ímpetu que los anteriores y Manzanares lo aguantó bien mientras duró. Cuando el animal acusó el esfuerzo inicial, el torero siguió empujando su embestida al natural en una labor meritoria que no remató con la espada.
Deje un comentario
You must be logged in to post a comment.