FESTEJO FUERA DE ABONO. Domingo 15 de agosto de 2010.
La corrida del día de la Virgen de los Reyes ha tenido las dos caras de la Fiesta, por un lado la del triunfo logrado por Luis Vilches y Salvador Cortés, que han cortado una oreja cada uno, y por el otro, la de la tragedia tras el grave percance que ha sufrido Luis Mariscal cuando banderilleaba al quinto toro del encierro.
CRÓNICA:
Triunfos y percance grave ha tenido la corrida de la Virgen de los Reyes en la Maestranza, un festejo que ha arrancado con buen tono después del recibo capotero de Luis Vilches al que abrió plaza. Embistió el toro muy humillado y el de Utrera se templó a la verónica, pero tras el tercio de varas el animal cambió mostrándose cada vez más receloso en sus embestidas. Con todo, Vilches lo brindó al público y en la primera serie en los medios desengañó al astado aguantando su molesto cabeceo. A partir de ahí, algún natural aislado y mucha firmeza por parte del utrerano ante un animal sin entrega y que terminó parado.
Se han lidiado seis toros de Peñajara, bien presentados, muy astifinos y de escaso juego, a excepción del segundo que sí ha sido un buen toro. El cuarto también tuvo movilidad, pero no humilló nunca.
Luis Vilches, palmas y una oreja.
Salvador Cortés, una oreja y ovación.
Javier Cortés, silencio y palmas de despedida.
La plaza ha registrado casi media entrada en noche agradable.
No le dio muchas más opciones el segundo de su lote, al que también cuajó de salida a la verónica, destacando las que enjaretó por el pitón izquierdo. El inicio de la faena de muleta al hilo de las tablas tuvo sabor y ya por fuera de la segunda raya, cuando Vilches le cogió la distancia al toro, hubo una serie templada por el pitón derecho, aunque, eso sí, con la muleta a media altura ya que el animal no humilló nunca. Aprovechó Vilches la movilidad del astado para calentar al respetable con los dobles remates de pecho y la gran estocada final puso en sus manos la merecida oreja.
Antes de este trofeo, Salvador Cortés había logrado otra en el segundo toro de la noche, sin duda el mejor del encierro de Peñajara. Y eso que, de salida, el animal se fue sueltecito y sin humillar. Fue clave que se le midiera el castigo en varas hasta el punto de que “Vicioso”, que así se llamaba el de Peñajara, llegó al último tercio embistiendo con mucha transmisión. Lo brindó Salvador al público y sin probaturas se dispusó a torearlo en los medios por el pitón derecho. Tres series entonadas, de nuevo como en el Corpus marcando mucho las pausas entre series, antes de que el toro se viniese un poquito a menos. Cayó traserilla la espada y levantó el puntillero al toro, pero nada fue obstáculo para el premio de la oreja.
El quinto embistió con codicia en el capote y Salvador se templó a la verónica. También se le midió el castigo a este toro y la buena brega de Juan José Domínguez permitió albergar esperanzas, pero fue entonces cuando llegó el grave percance de Luis Mariscal y todo se diluyó entre caras de preocupación. Bastante hizo Salvador Cortés con intentarlo ante un toro que se movió y humilló en sus arrancadas, pero que salía desentendido de los vuelos de la muleta.
Cerró cartel el getafense Javier Cortés, quien se presentaba como matador de toros ante la afición de Sevilla. Y lo cierto es que su lote de toros de Peñajara, los dos más bastos del encierro, sólo le permitió mostrarse como un torero valiente. Su primero tiró continuos derrotes y siempre llevó la cara por las nubes. No cambió el panorama en el que cerró plaza, que topó más que embistió y midió peligrosamente al torero.
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